El oro del azur (1967), de Joan Miró |
- ¿Cómo es esto? –exclamó el leñador–, ¿acabo de salvarte la vida y ni tan siquiera me das las gracias?
- ¡Ay, amigo! –respondió la zorra–, si tus manos, tus ademanes y tus obras fuesen tan buenos como tus palabras, seguramente merecerías que te las diera cumplidas».
Quien mezcla las obras buenas con las malas, hace mal siempre.
(ESOPO. Fábulas. [San Salvador?: s.n., s.a., p. 21-22).