«Los libros son hijos de los árboles, que fueron el primer hogar de nuestra especie y, tal vez, el más antiguo recipiente de nuestras palabras escritas. La etimología de la palabra encierra un viejo relato sobre los orígenes. En latín, liber, que significaba ‘libro’, originariamente daba nombre a la corteza del árbol o, para ser más exactos, a la película fibrosa que separa la corteza de la madera del tronco. Plinio el Viejo afirma que los romanos escribían sobre cortezas antes de conocer los rollos egipcios. Durante muchos siglos, diversos materiales –el papiro, el pergamino– desplazarían a aquellas antiguas páginas de madera, pero, en un viaje de ida y vuelta, con el triunfo del papel, los libros volvieron a nacer de los árboles».
Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
9 ene 2023
Hijos de los árboles
5 ene 2023
Un brindis para el seis de enero
Heme aquí bajo el cielo,
bajo el que tengo que ganar dinero.
Viene la claridad que es ilusión,
temor sereno junto a la alegría
recién nacida
de la inocencia de esta noche que entra
por todas las ventanas sin cristales,
de mañana en mañana
y es adivinación y es la visión,
lo que siempre se espera y ahora llega,
está llegando mientras alzo el vaso
y me tiembla la mano, vida a vida,
con milagro y con cielo
donde nada oscurece. Y brindo y brindo.
Bendito sea lo que fue maldito.
Sigo brindando hasta que se abra el día
por esta noche que es la verdadera.
(RODRÍGUEZ, Claudio. Poesía completa (1953-1991). Barcelona: Tusquets, 2001, p. 349).
bajo el que tengo que ganar dinero.
Viene la claridad que es ilusión,
temor sereno junto a la alegría
recién nacida
de la inocencia de esta noche que entra
por todas las ventanas sin cristales,
de mañana en mañana
y es adivinación y es la visión,
lo que siempre se espera y ahora llega,
está llegando mientras alzo el vaso
y me tiembla la mano, vida a vida,
con milagro y con cielo
donde nada oscurece. Y brindo y brindo.
Bendito sea lo que fue maldito.
Sigo brindando hasta que se abra el día
por esta noche que es la verdadera.
(RODRÍGUEZ, Claudio. Poesía completa (1953-1991). Barcelona: Tusquets, 2001, p. 349).
30 dic 2022
¡Adiós, Corazón mío!
¿Por qué, Corazón mío, vas despacio?,
¿por qué vuelves atrás?, ¿por qué te escapas?
Tu esperanza se te ha adelantado:
de todo lo que de aquí se ha despedido.
¡Ahora también tú debes marcharte!
Pasa la luz con el pasar del año,
¿por qué vuelves atrás?, ¿por qué te escapas?
Tu esperanza se te ha adelantado:
de todo lo que de aquí se ha despedido.
¡Ahora también tú debes marcharte!
Pasa la luz con el pasar del año,
y el hombre y la mujer;
y todo lo que aún te es más querido
atrae la destrucción, repele el marchitarte,
sonríe el blando cielo, el triste viento cerca
susurra. ¡Es Adonais el que llama!
Oh, corre allá deprisa, que no aparte la vida
lo que la muerte puede unir.
y todo lo que aún te es más querido
atrae la destrucción, repele el marchitarte,
sonríe el blando cielo, el triste viento cerca
susurra. ¡Es Adonais el que llama!
Oh, corre allá deprisa, que no aparte la vida
lo que la muerte puede unir.
24 dic 2022
A esos cuatro amigos
La vara con que mido lo que os quiero
me la ha prestado el sol,
gente mía de andarnos por las cumbres
con lo puesto y sin más, mis cuatro amigos
capaces de mirarme, de decirme
lo que se callan otros, de callarse
lo que otros me dirían,
y de pasar por alto, finalmente,
lo que dije y dijeron, para entrarnos
en madrugada juntos, en faena
de hombres, de alegría.
(GALLEGO, Vicente. Saber de grillos. Madrid: Visor Libros, 2015, p. 50).
me la ha prestado el sol,
gente mía de andarnos por las cumbres
con lo puesto y sin más, mis cuatro amigos
capaces de mirarme, de decirme
lo que se callan otros, de callarse
lo que otros me dirían,
y de pasar por alto, finalmente,
lo que dije y dijeron, para entrarnos
en madrugada juntos, en faena
de hombres, de alegría.
(GALLEGO, Vicente. Saber de grillos. Madrid: Visor Libros, 2015, p. 50).
19 dic 2022
La ventolera
Pandora (1881), de Lawrence Alma-Tadema |
Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento, y soy el viento que me golpea la cara».
(GALEANO, Eduardo. El libro de los abrazos. 34ª reimp. Madrid: Siglo XXI de España, 2015, p. 258).
15 dic 2022
10 dic 2022
5 dic 2022
Amanecida
Santorini, de Li-Shu Chen |
aún con su fresca suavidad nocturna,
lava y aclara el sueño y da viveza,
incertidumbre a los sentidos. Nubes,
de pardo ceniciento, azul turquesa,
por un momento traen quietud, levantan
la vida y engrandecen su pequeña
luz. Luz que pide, tenue y tierna, pero
venturosa, porque ama. Casi a medio
camino entre la noche y la mañana,
cuando todo me acoge, cuando hasta
mi corazón me es muy amigo,
28 nov 2022
Homero
Héroe (1898), de Lawrence Alma-Tadema |
«La Gran Biblioteca lo adquiría todo, desde poemas épicos a libros de cocina. En medio de ese océano de letras, los estudiosos debían elegir a qué autores y obras dedicaban su esfuerzo. No había discusión posible sobre el gran protagonista de la literatura griega, y en él se especializaron. Alejandría se convirtió en la capital homérica.