28 nov 2022

Homero

Héroe (1898), de Lawrence Alma-Tadema
«La Gran Biblioteca lo adquiría todo, desde poemas épicos a libros de cocina. En medio de ese océano de letras, los estudiosos debían elegir a qué autores y obras dedicaban su esfuerzo. No había discusión posible sobre el gran protagonista de la literatura griega, y en él se especializaron. Alejandría se convirtió en la capital homérica.

Homero está envuelto en el misterio. Es un nombre sin biografía, o tal vez solo el mote de un poeta ciego –el nombre “Homero” se puede traducir como “el que no ve” –. Los griegos nada sabían con certeza sobre él y ni siquiera se ponían de acuerdo cuando intentaban situarlo en el tiempo. Heródoto creía que había vivido en el siglo IX a. C. (“cuatro siglos antes de mi época y no más”, escribió), mientras que otros autores lo imaginaban contemporáneo a la guerra de Troya, en el siglo XII a. C. Homero era un vago recuerdo sin contornos, la sombra de una voz a la que atribuían la música de la Ilíada y la Odisea».


(VALLEJO, Irene. El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo. 11ª ed. Madrid: Siruela, 2020, p. 89).

No hay comentarios:

Publicar un comentario