Miranda (1916), de John William
Waterhouse
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Con
tal vehemencia el viento
Viene
del mar, que sus sones
Elementales
contagian
El
silencio de la noche.
Solo
en tu cama le escuchas
Insistente
en los cristales
Tocar,
llorando y llamando
Como
perdido sin nadie.
Mas
no es él quien era desvelo
Te
tiene, sino otra fuerza
De
que tu cuerpo es hoy cárcel,
Fue
viento libre, y recuerda.
(CERNUDA, Luis. Música cautiva: (antología poética).
Sevilla: Ayuntamiento : Diputación : Fundación El Monte, 2002, p. 160-161).