Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
18 ene 2017
12 ene 2017
El sosiego de aquellos años
La siesta (1868), de Lawrence Alma-Tadema
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«Cuando
considero esos años, creo encontrar en ellos la Edad de Oro. Todo era fácil;
los esfuerzos de antaño se veían recompensados por una facilidad casi divina.
Viajar era un juego: placer controlado, conocido, puesto hábilmente en acción.
El trabajo incesante no era más que una forma de voluptuosidad. Mi vida, a la
que todo llegaba tarde, el poder y aun la felicidad, adquiría un esplendor
cenital, el brillo de las horas de la siesta en que todo se sume en una
atmósfera de oro, los objetos de aposento y el cuerpo tendido a nuestro lado.
La pasión colmada posee su inocencia, casi tan frágil como las otras: el resto
de la belleza humana pasaba a ser un espectáculo, no era ya la presa que yo
había perseguido como cazador.
30 dic 2016
23 dic 2016
20 dic 2016
16 dic 2016
10 dic 2016
Los derechos humanos
Vacío de miradas, de Li-Shu Chen
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«La extorsión
el
insulto,
la
amenaza,
el
coscorrón,
la
bofetada,
la
paliza,
el
azote,
el
cuarto oscuro,
la
ducha helada,
el
ayuno obligatorio,
la
comida obligatoria,
la
prohibición de salir,
la
prohibición de decir lo que se piensa,
la
prohibición de hacer lo que se siente
y la
humillación pública
son
algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de
familia.
4 dic 2016
Una princesa en Berlín
Boring dolls (c.a. 1929), de Jeanne Mammen
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«Yo ya estaba en pie y me dirigía hacia la
puerta.
–Barón Von Waldstein...
También él se puso de pie y tiró del cordón
de la campanilla.
–Será mejor que me marche, señor.
–Sí, pero no del todo solo.
Un momento, por favor. –Me tomó con fuerza del codo.
El mismo criado apareció en
la puerta. Su expresión cambió un poco cuando vio mi cara.
–Traiga el paquete para el
señor Ellis. Creo que lo pusieron en el cuarto ropero...
El sirviente desapareció otra
vez y el barón, todavía con la mano en mi codo, me guió suavemente fuera de la
habitación, por el salón y hacia el árbol de Navidad, punto exacto donde, un
año atrás, me había regalado la botella con el velero dentro. ¿Dónde había
dejado yo aquella botella?
–Tenemos un regalo de Navidad
para usted –dijo cuando apareció el criado con un paquete grande y delgado,
envuelto en papel color marrón.
29 nov 2016
La voz de la lluvia
¿Y quién eres
tú?, le dije al aguacero que caía suavemente,
Y, cosa
extraña, me dio la respuesta que así traduzco:
Soy el Poema
de la Tierra, dijo la voz de la lluvia,
Eternamente me
elevo impalpable desde la tierra y desde el
mar sin fondo.
23 nov 2016
Diálogo en el bosque
cerca de
mí, perdido en las miradas?
Los ojos
me dolían de esperar.
Pasaste.
Si
apareciendo entonces
me
hubieras revelado
el país
verdadero en que habitabas.
Pero
pasaste
como un
Dios destruido.
Sola,
después, de lo negro surgía
tu mirada.
(GIL DE BIEDMA,
Jaime. Las personas del verbo.Palencia:
Cálamo, 2009, p. 38).