Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
1 sept 2016
25 ago 2016
Algunos días de agosto
Impresión, sol naciente (1873), de Claude Monet
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No tardará en llegar a su fin
este agosto que te ha visto pasar con la
luz
a tus pies. Somos eternos, decías.
Yo pensaba sólo en la condena
del alma al faltarle el alimento
que le traías. Ahora la ciudad vive
del peso inconmensurablemente muerto
de los días sin tu presencia. Dejo
que la mano corra sobre el papel
intentando
captar el eco de una palabra,
una señal de quien en un lugar cualquiera
resplandece, y confía al viento el
secreto
de nuestra tan precaria eternidad.
(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 77).
18 ago 2016
El tiempo
Echo y Narciso (1903), de John William
Waterhouse
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«Pero el tiempo es continuidad,
herencia, consecuencia. Pasa sin pasar enteramente, pasa transformándose. El
tiempo no tiene una estructura simple, de una sola dimensión, diríamos. Pasa y
queda. Al pasar se hace pasado, no desaparece. Si desapareciese totalmente no
tendríamos historia.
14 ago 2016
30 jul 2016
27 jul 2016
Meditación creadora
«Cuando abro mis ojos hacia el mundo externo, me siento como una gota en el mar, pero cuando cierro mis ojos y miro dentro, veo a todo el universo como una burbuja en el océano de mi corazón».
(ANAGARIKA GOVINDA, Lama. Meditación creadora y consciencia multidimensional. Buenos Aires: Kier,
1987, p. 68).
22 jul 2016
Internet
«Internet es un universo asimilable a los
oceános descubiertos a fines de la Edad Media, cuando europeos surcaron desde
el Mediterráneo el Atlántico y el Pacífico; espacios que abrieron muchas
posibilidades, y que precisaron nuevas técnicas de navegación y de orientación.
Para surcar el cuasi infinito almacén de datos del océano virtual hacen
falta nuevas brújulas y mapas, si se pretende arribar a destinos de
conocimiento, y no sólo de divertimento.
Los avances técnicos no son salvíficos. Son
una oportunidad».
(BARNÉS,
Antonio. Elogio del libro de papel. Madrid: Rialp, 2014, p. 25).
17 jul 2016
Si...
pierden
la suya y te culpan por ello;
Si
puedes confiar en ti mismo cuando todos los hombres
dudan
de ti, pero permitirles también dudar;
Si
puedes esperar y no cansarte de esperar,
O
siendo calumniado no intervenir en las mentiras,
O
siendo odiado, no dar lugar al odio,
Y no
parecer demasiado bueno, ni demasiado sabio.
12 jul 2016
La vida de la amistad
«La
amistad que no exige nada ni se queja nunca no es verdadera amistad, es otra
cosa. Cuando hay comunicación, hay diálogo, punto de vista, desacuerdo,
malentendidos, reproches, enfado, perdón, vuelta a empezar, aclarar lo
sucedido... Hay vida y la vida es conflicto y acuerdo. Lo diría de otro modo:
si quieres encontrar amistades en sus distintos grados, llévalas contigo. A los
hermanos los recibimos por herencia, a los amigos los elegimos. La amistad
auténtica es tan difícil como el amor. Requiere mucho esmero y cuidado para
que no se pierda en la vorágine de acontecimientos que circulan por la vida de
cada uno».
(ROJAS, Enrique. Amistad: adiós a la soledad. Madrid:
Temas de hoy, 2009, p. 159).
8 jul 2016
El primer relato
«Una aventura pavorosa se la debo a las
obras completas de Freud, que habían llegado a la biblioteca. No entendía nada
de sus análisis escabrosos, desde luego, pero sus casos clínicos me llevaban en
vilo hasta el final, como las fantasías de Julio Verne. El maestro Calderón nos
pidió que le escribiéramos un cuento con tema libre en la clase de castellano.
Se me ocurrió el de una enferma mental de unos siete años y con un título
pedante que iba en sentido contrario al de la poesía: “Un caso de sicosis
obsesiva”. El maestro lo hizo leer en clase. Mi vecino de asiento, Aurelio
Prieto, repudió sin reservas la petulancia de escribir sin la mínima formación
científica ni literaria sobre un asunto tan retorcido. Le expliqué, con más
rencor que humildad, que lo había tomado de un caso clínico descrito por Freud
en sus memorias y mi única pretensión era usarlo para la tarea. El maestro
Calderón, tal vez creyéndome resentido por las críticas ácidas de varios
compañeros de clase, me llamó aparte en el recreo para animarme a seguir
adelante por el mismo camino. Me señaló que en mi cuento era evidente que
ignoraba las técnicas de la ficción moderna, pero tenía el instinto y las
ganas. Le pareció bien escrito y al menos con intención de algo original.