18 oct 2015

La masificación de las palabras

«No digo que los escritores deban dejar de escribir. Esto sería fatuo. Me pregunto si no están escribiendo demasiado, si el diluvio de letra impresa a través del cual luchamos por abrirnos paso, aturdidos, no representa por sí mismo una subversión del significado. “Una civilización de palabras es una civilización malsana.” Es una civilización donde la inflación constante de la moneda verbal ha devaluado de tal modo lo que antes fuera un acto numinoso de comunicación que lo válido y lo verdaderamente nuevo ya no pueden hacerse oír. Cada mes  debe fabricar su obra maestra, de manera que las prensas empujan a la mediocridad a un esplendor espurio y transitorio.

16 oct 2015

La belleza de la dificultad



Los momentos difíciles me han ayudado a comprender mejor que antes, cuán infinitamente rica y hermosa  es la vida en todos los sentidos, y que tantas cosas de las que uno va preocupándose no tienen importancia alguna.

12 oct 2015

La psicología del viento



Pandora (1872), de William-Adolphe Bouguereau
   «Todas las fases del viento tienen su psicología. El viento se excita y se desanima. Grita y se queja. Pasa de la violencia a la angustia. El carácter mismo de los soplos entrecortados e inútiles puedar dar una imagen de una melancolía ansiosa muy diferente de la melancolía agobiada. Veremos dicho matiz en una página de Gabriel d’Annunzio (Contemplación de la muerte): “Y el viento era como el pesar de lo que ya no es, era como la ansiedad de las criaturas no formadas aún, cargado de recuerdos, henchido de presagios, compuesto de almas desgarradas y de alas inútiles”.
   Volveremos a encontrar las mismas impresiones de vida encarnizada y dolorosa en unos versículos que Saint-Pol Roux (La rosa y las espinas del camino) consagra al “Misterio del Viento”. En una cosmicidad excesiva, porque está mal preparada, el poeta hace nacer al viento de un sueño de la Tierra: “Cuando los deseos del porvenir o los pesares del recuerdo despiertan en cualquier parte de ese cráneo gigantesco, el Globo –el viento se levanta”.

7 oct 2015

El escritor indeciso

«Había una vez un escritor indeciso. Cuando escribía, lamentaba no poder leer y, cuando leía, lamentaba no poder escribir.
   Un día recibió una carta que decía: “Me he enterado de su problema por una entrevista. Siga el recorrido indicado en esta hoja y lo resolverá”. Firmado: un amigo.
  El escritor siguió las indicaciones y se encontró en una llanura, donde yacían muchas hojas de papel esparcidas por el suelo en orden geométrico, que terminaban ante la puerta cerrada de una pared de madera. Sobre la hierba distinguió una vela encendida, un zapato de mujer y un reloj de arena.
   El escritor pensó: “En lo que me resta de vida, el amor me ayudará a entender el sentido del tiempo”.
   Levantó la primera hoja, pero estaba en blanco. También la segunda estaba en blanco. Todas estaban en blanco. Se dirigió a la puerta y la abrió, pero al otro lado no había nada, sólo la llanura interminable.

30 sept 2015

Días tranquilos

No son sólo los del amor feliz,
Ni los de la riqueza, ni los de la edad madura llena de
honores, ni los de las victorias de la política o de la guerra;
Mas, cuando declina la vida y se apaciguan todas las pasiones
            turbulentas,
Cuando se cubre el cielo de la tarde de colores vistosos, etéreos,
            silenciosos,
Cuando se nos inunda el cuerpo de dulzura, plenitud, sosiego,
            como de un aire refrescante y balsámico,
Cuando los días se visten de una luz más suave, y la manzana
            pende al fin del árbol, lograda, indolente, madura,
¡Entonces los días son fecundos, apacibles, los más felices
            de todos!
¡Los días tranquilos de la dulce meditación y de la dicha!


(WHITMAN, Walt. Hojas de hierba. Barcelona: Tesys,1986, p. 656-657).

14 sept 2015

Marguerite Yourcenar

«Su obra más celebre es Memorias de Adriano:  “ de una autenticidad de ficción que llega a niveles exasperantes” y “poderosamente fundada” desde el punto de vista científico [...]. El proyecto –elaborado a partir de numerosos bocetos parcialmente destruidos– de poner en boca de Adriano, el emperador viajero, el balance de su vida haciéndolo hablar como habría podido hacerlo un hombre del siglo II, se remonta a una visita que la autora habría hecho a los veinte años a la Villa Adriana de Roma.