13 sept 2013

En honor a Baco

En honor a Baco (1889)de Lawrence Alma-Tadema
   «Los banquetes y la bebida algo más licenciosa y aun llegando tal vez a la raya de la embriaguez (no de modo que nos anegue, sino que nos divierta), nos aligerarán los cuidados, sacando el ánimo de su encerramiento; porque como el vino cura algunas enfermedades, así también cura la tristeza.

1 sept 2013

Vladimír Holan


«Y siempre acontece lo inesperado. Tan inesperado como la presencia del poeta cada vez que se abre el libro... Su voz desconocida nítidamente se integraba en cada una de aquellas palabras suyas que penetraban en mí de modo imperioso, obligándome a seguirlas hasta el punto de no poder apearme del autobús, de no ver siquiera, detrás de los cristales, la corteza gris de los árboles y sus delgadas ramas porque en la página emergía su realidad insospechada.

11 ago 2013

La piel de Agosto

Paisaje estival (1902),  de Pablo Picasso
DESPACIO, Agosto en sus alondras, alza
–la piel de un monte espejo ante la luz
en vuelo al campo sobre el campo– un viento,
casi dormido cuerpo de Levante.
Lento, avisa un deseo a la mañana
del campo, el trigo iluminado al verla...
Agosto baja... El campo lo recibe...
¡La piel de Agosto es vuelo en las alondras!

19 jul 2013

La amistad del libro

Vilma leyendo un libro, de Tavik František Šimon
   «En la lectura, la amistad a menudo nos devuelve su primitiva pureza. Con los libros, no hay amabilidad que valga. Con estos amigos, si pasamos la velada en su compañía, es porque realmente nos apetece. A menudo tenemos que dejarlos contra nuestra voluntad. Y una vez nos hemos ido, ni sombra de esos pensamientos que echan a perder la amistad: ¿Qué habrán pensado de nosotros? – ¿No habremos estado faltos de tacto? – ¿Hemos gustado?, y el miedo a que prefieran a cualquier otro. Todos estos sobresaltos de la amistad, desaparecen en el umbral mismo de esta amistad pura y tranquila que es la lectura».


(PROUST, Marcel. Sobre la lectura. Valencia: Pre-textos, 1997, p. 54).



11 jul 2013

Atardecer

Las rosas de Heliogábalo (1888)de Lawrence Alma-Tadema
   «En los largos atardeceres del verano subíamos a la azotea. Sobre los ladrillos cubiertos de verdín, entre las barandas y paredones encalados, allá en un rincón, estaba el jazminero, con sus ramas oscuras cubiertas de menudas corolas blancas, junto a la enredadera, que a esa hora abría sus campanillas azules.