Las rosas de
Heliogábalo (1888), de Lawrence Alma-Tadema
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«En los largos atardeceres del verano
subíamos a la azotea. Sobre los ladrillos cubiertos de verdín, entre las
barandas y paredones encalados, allá en un rincón, estaba el jazminero, con sus
ramas oscuras cubiertas de menudas corolas blancas, junto a la enredadera, que
a esa hora abría sus campanillas azules.