Ni siquiera las nubes soleadas pueden vestir esta mañana tales faldas.
Ni la mujer en la ambulancia
cuyo corazón rojo florece tan pasmosamente a través de su amigo…
Un obsequio, un regalo de amor
no pretendido en absolutopor un cielo
que pálida y flamantemente
enciende sus monóxidos de carbono, por ojos
inmóviles y abotargados bajo bombines
Dios mío, qué soy yo
para que estas bocas tardías alcen su voz
en un bosque de escarcha, en un alba de acianos.
(PLATH, Sylvia. Ariel. Madrid: Nórdica Libros, 2020, p. 31).
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