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Bond of union (1956), de M.C. Escher
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«Ni los nacionalismos agresivos ni los excesos del
mercado agotan la nómina de los males que nos afligen. Nos sentimos orgullosos,
con razón, de nuestras libertades, entre ellas la de opinión. Pero ¿para qué
sirven hoy nuestros poderosos medios de publicidad si no es para propagar y
predicar un chato conformismo? Para Goethe la lectura de los periódicos era un
rito; medio siglo después, para Baudelaire, era una abominación, una mancha que
había que lavar con una ablución espiritual. Nosotros estamos encerrados en esa
cárcel de espejos y de ecos que son la prensa, la radio y la televisión que
repiten, desde el amanecer hasta la media noche, las mismas imágenes y las
mismas fórmulas. La civilización de la libertad nos ha convertido en una manada
de borregos. Pero borregos que son
también lobos. Uno de los rasgos en verdad desoladores de nuestra sociedad es
la uniformidad de las conciencias, los gustos y las ideas, unida al culto a un
individualismo egoísta y desenfrenado».
(PAZ, Octavio. Itinerario. 1ª ed.,
3ª reimp. México: Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 122-123).
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