«El ejercicio físico es al cuerpo lo que
la lectura es a la inteligencia. [...] Es menester buscar tiempo y fomentar
este hábito. Por eso los padres deben procurar leer y que sus hijos vean que lo
hacen, además de comentar lo que se ha leído y recomendar textos adecuados a
cada edad. Crear una atmósfera de lectura en la familia es una labor educativa
que no tiene precio. No obstante, insisto en que los padres deben ir por
delante, aunque cueste, y a veces no se encuentre el tiempo oportuno para ello.
Un joven que lee va a tener una visión más rica de la vida, se agranda su
vocabulario y es capaz de captar más matices que aquel que no practica este
hábito».
(ROJAS, Enrique. Amistad: adiós a la soledad. Madrid:
Temas de hoy, 2009, p. 140).
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