Taj Mahal, de Li-Shu Chen
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En aquellos tiempos, tiempos de esplendor, el emperador Shah Jahan alzó el Taj Mahal, a orillas del río Yamuna, para que su mujer la preferida entre todas sus mujeres, tuviera casa en la muerte.
El viudo decía que ella y su casa se
parecían, porque el templo cambiaba, como ella cambiaba, según la hora del día
o de la noche.
Dicen que el Taj Mahal fue diseñado por
Ustad Ahmad, persa, arquitecto, astrólogo, también llamado por muchos otros
nombres.
Dicen que fue construido por veinte mil
obreros, a lo largo de veinte años.
Dicen que fue hecho de mármol blanco, arena
roja, jade y turquesa que mil elefantes acarrearon desde las lejanías.
Dicen. Pero quienes lo ven, leve hermosura,
blancura flotante, se preguntan si el Taj Mahal no habrá sido hecho de aire.
A fines del año 2000, el mago más famoso de
la India lo hizo desaparecer, durante dos minutos, ante una multitud
boquiabierta.
Él dijo que fue arte de su magia:
–Lo desvanecí –dijo.
¿Lo desvaneció, o el aire lo devolvió?».
(GALEANO, Eduardo. Espejos : una historia casi universal. México: Siglo XXI, 2008, p.198).
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