Simmetry 3, de M.C. Escher |
La ciudad
sigue en pie.
Tiembla en la luz, hermosa.
Se posa el sol en su diestra pacífica.
Son más altos, más blancos los chorros de las fuentes.
Todo se pone en pie para caer mejor.
Y el caído bajo el hacha de su propio delirio se levanta.
Malherido, de su frente hendida brota un último pájaro.
Es el doble de sí mismo,
el joven que cada cien años vuelve a decir unas
palabras,
siempre las mismas,
la columna transparente que un instante se oscurece
y
otro centellea,
según avanza la veloz escritura del destino.
En el centro de la plaza la rota cabeza del poeta
es
una fuente.
La fuente canta para todos.
(PAZ, Octavio. La estación violenta. 1ª ed., 10ª reimp.
México: Fondo de Cultura Económica, 2013, p. 21-22).
En La estación violenta Octavio Paz expresa
sus experiencias frente a la historia, la ciudad, el paisaje y la comunidad con
sus semejantes. No sólo conjuga el gusto por la belleza y los conflictos de su
época, sino que da testimonio acerca de la dignidad humana. La vida del poeta y
la vida histórica, en lucha y hermandad, son abordadas mediante una actitud que
aúna la pasión y la razón, la acción y la reflexión, en imágenes que, además de
cumplir con el oficio del canto, se deslizan hasta tocar cuestiones decisivas
para la responsabilidad del intelectual.
El tiempo - tanto el personal como el histórico - es el
tema predominante en este libro. En un transcurrir al que poeta interroga, se
enmarcan el placer y los trabajos, la desdicha solitaria y la comunicación. A
tal propósito, la palabra se torna en acto, en participación, o es la protesta
ante el oprobio en la sociedad a la vez que se convierte en confesión y
desahogo, en relato y denuncia.
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