21 jul 2014

El amor a la cultura

El primer paso (1909), de František Kupka
«El secreto para mantenerse a flote en una sociedad tan compleja como la nuestra es tener cultura, porque supone conocimiento de la realidad, criterio para saber a qué atenerse por encima de cualquier vicisitud. La cultura es más una forma de ser que de tener. Su definición no se limita a la acumulación de conocimientos más o menos inconexos, sino a la posesión de criterios de conducta que pretenden construir un hombre más completo. La cultura nos ayuda a dar con el justo equilibrio entre la defensa de las propias raíces y las innovaciones que han ido aflorando, para poder circular libres y sin ataduras.
   La cultura es abrir los ojos y procurar tener respuestas para lo que sucede, buscando argumentos del pasado y del presente que lo puedan explicar. [...]
   La cultura del amor es aquella que sirve como recinto de criterios sentimentales, donde se albergan dos ideas básicas: el saber a qué atenerse, por una parte, y el tener una interpretación coherente y humana de los elementos de este sentimiento, por otra. Ambos aspectos fundamentan al ser humano en una de las principales raíces: la afectividad.
   Cada persona adecua su amor según la cultura y la educación sentimental que ha recibido. Es el resultado de lo que hay dentro de cada uno. Aspirar a conocer los sentimientos en general y los propios en particular es una tarea obligada; conocer y conocerse».


(ROJAS, Enrique. El amor inteligente. 2ª ed. Madrid: Temas de hoy, 1997, p. 214-215).

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