Retrato de Mary Wollstonecraft, de John Keenan |
«En
1791, la francesa Olympia de Gouges había ya redactado una Declaración de
los derechos de la mujer en respuesta a la Declaración de los derechos
del hombre. Acabó en la guillotina. Mary Wollstonecraft consideraba también
que la defensa de los derechos de la mujer era la puesta en práctica y la
puesta a prueba de los derechos humanos. Su escrito sedicioso anticipaba los
principales argumentos de las feministas : la discriminación de la mujer tiene
sus raíces en una socialización que, en lugar de ocuparse del desarrollo de las
facultades intelectuales, exige únicamente una buena capacidad de adaptación.
La cuestión de la mujer era una cuestión de hombres (la sumisión de la primera
era la base de la superioridad de los segundos), aunque seguía también siendo
una cuestión de mujeres : en efecto, según su observación, eran demasiadas las
mujeres que colaboraban con aquellos que les rendían homenaje a primera vista y
las despreciaban a la segunda. La mujer era también responsable del estatus de
menores al que estaba relegada; el culto a la sensibilidad femenina no hacía
más que reforzar la dependencia real de la mujer. También Mary Wollstonecraft
exigió ni más ni menos que una “revolución de los modelos femeninos"».
(BOLLMANN, Stefan. Las mujeres que escriben también son peligrosas. 2ª
ed. Madrid: Maeva, 2007, p. 51).
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