Albrecht von Wallenstein
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«El
viaje empezó a resultarle largo.
Tras un cuarto de hora, Waldstein se dio
cuenta con asombro de que ya no avanzaban sobre las piedras de las calles de
Praga, sino por una carretera reblandecida por la lluvia, a campo traviesa. El
hombre que se hallaba sentado a su lado sin pronunciar palabra abrió entonces
una de las ventanas del coche. Notó la fresca brisa otoñal y percibió el olor a
tierra mojada. De un bosque cercano les llegó el susurro del viento y el grito
de una lechuza. Parecía que se acercaban a una aldea o a una hacienda, pues se
oía el ladrido de unos perros y el mugir de las vacas. Era una aldea. Al pasar
oyeron una melodía procedente de un mesón, un violín y una gaita.
–Es Vlasic –dijo el hombre que tenía a su
lado mientras cerraba la ventana–. Estamos atravesando Vlasic. Desde aquí
llevan arándanos y hongos a los mercados de Praga.
–¿Falta
mucho para llegar al cuartel del patrón? –preguntó Waldstein.
–¿A dónde? –le preguntó el hombre.
–Al cuartel del patrón –repitió Waldstein–.
Yo creía que se encontraba en la ciudad.
–Aún
faltan unas cuantas millas, cuatro o cinco –le informó el hombre.
–Es curioso. No acabo de entenderlo –se dijo
Waldstein a media voz».
(PERUTZ, Leo. De
noche, bajo el puente de piedra. Barcelona: Muchnik, 1991,
p. 126-127).
Jardín de Valdštejn - Valdštejnská zahrada |
El protagonista de este relato, recogido en el libro “De noche, bajo el puente de piedra”,
existió en la vida real. Su nombre fue Albrecht von Wallenstein, integrante de la nobleza y alto comandante militar, de
destacada actuación durante la Guerra de los Treinta Años.
El Palacio que Albrecht von Wallenstein se construyó
en Praga es, en la actualidad, el Senado checo. El edificio está rodeado
por un coqueto jardín llamado, como no podía ser menos, El Jardín de Valdštejn– en checo, Valdštejnská zahrada – abierto al público de
abril a octubre, y fuente inspiradora del apellido de tu amigo Jaros.
Hay tres grafías diferentes para el patronímico de este
peculiar caballero del siglo XVII: Waldstein, Wallenstein y Valdštejn. Jaros
escogió, evidentemente, la grafía checa.
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