amor en pena o cuerpo solitario,
toca en vano a los vidrios,
sollozando abandona las esquinas;
o como a veces marcha en la tormenta
gritando locamente
con angustia de insomnio,
sí, como el viento a que un alba le revela
su tristeza errabunda por la tierra,
su tristeza sin llanto,
su fuga sin objeto;
como él mismo extranjero,
como el viento huyo lejos.
Y sin embargo vine como luz.
(CERNUDA, Luis. La realidad y el deseo. Madrid: Castalia, 1982, p. 120-121).
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