«El hecho de que trate las dos
condiciones, hambre y obesidad, como fallos del mercado global de alimentos,
para criticarlo, no quiere decir que considere estos fallos simétricos o, de
alguna manera, iguales. El hambre es una condición más cierta, grave, letal y
más injusta. Los gordos y obesos, lo son en gran medida porque han elegido un
estilo de vida que lleva a estas condiciones. Nadie, fuera de pocos casos
excepcionales, ha elegido el pasar hambre como estilo de vida. Además no todos
acaban muriendo prematuramente por efectos de la gordura, mientras casi todos
los hambrientos, sobre todo los niños, acaban muriendo antes de tiempo. Las dos
condiciones, la de gordos y la de hambrientos, no se pueden comparar ni en
gravedad ni en urgencia.Pero es una vergüenza que en el mundo se gaste mucho más en evitar el
sobrepeso que en erradicar el hambre y las enfermedades que no dejan nunca de
acompañarle. Como es una vergüenza que no existan remedios asequibles para
enfermedades letales como el sida, la malaria, la enfermedad del sueño, el mal
de Chagas, y sin embargo haya 1.800 patentes pendientes para productos
adelgazantes».
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