Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
30 jul 2018
23 jul 2018
El estío
Dulce verano (1912), de John William
Waterhouse
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19 jul 2018
12 jul 2018
Antonio Machado
Antonio Machado (1925), de Leandro Oroz
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«Mi Marinero en tierra
continuaba en Segovia. No recibiría pruebas hasta fines de verano. Andaba ya en
vísperas de viaje. En el automovilillo de mi hermano recorrería Castilla la
Vieja. Agustín, buen chófer, y yo seríamos sus únicos ocupantes. Mientras, no
teniendo nada que hacer, me dedicaba a pasear, sin rumbo fijo, con un libro de
versos, siempre agradable de leer bajo el amparo de los árboles.
Subía yo una mañana por la calle del
Cisne, cuando por la acera contraria vi que descendía, lenta, ensimismada, una
sombra de hombre que, aunque muy envejecida, identiqué sin vacilar con la del
retrato de un Machado más joven aparecido al frente de sus poesías –edición de
la Residencia–, conservada por mí con mucho cariño. Era él, su sombra, no me
cabía duda, su sombra triste, declinada como con pasos de sonámbula, de alma
sumida en sí, ausente, fuera del mundo de la calle.
6 jul 2018
30 jun 2018
24 jun 2018
18 jun 2018
Reticencias
Endymion (c.a. 1725), de Antonio
Corradini
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«Si
aún no he dicho nada de una belleza tan visible, no hay que ver en ello la
reticencia de un hombre completamente conquistado. Pero los rostros que
buscamos desesperadamente nos escapan; apenas si un instante».
(YOURCENAR,
Marguerite. Memorias de Adriano. 1ª ed., 21ª
reimp. Barcelona: Edhasa, 1991, p. 130).
15 jun 2018
6 jun 2018
Macondo
On the hill large (1878), de Homer Winslow |
«El tren hizo parada en una estación sin
pueblo, y poco después pasó frente a la
única finca bananera del camino que tenía el nombre escrito en el portal: Macondo.
Esta palabra me había llamado la atención desde los primeros viajes con mi abuelo,
pero sólo de adulto descubrí que me gustaba su resonancia poética. Nunca se lo
escuché a nadie ni pregunté siquiera qué significaba. Lo había usado ya en tres
libros como nombre de un pueblo imaginario, cuando me enteré en una
enciclopedia casual que es un árbol del trópico parecido a la ceiba, que no
produce flores ni frutos, y cuya madera esponjosa sirve para hacer canoas y
esculpir trastos de cocina.