15 mar 2019

Moderato cantabile

Cantante melancólicode Joan Miró
«–¿Quieres leer lo que hay escrito arriba en tu partitura? –preguntó la profesora.
 –Moderato cantabile –dijo el niño.
La profesora subrayó la respuesta golpeando el teclado con el lápiz. El niño siguió inmóvil, la cabeza girada hacia su partitura.
–¿Y qué quiere decir moderato cantabile?
–No lo sé.
Una mujer, sentada a tres metros de allí, suspiró.
–¿Estás seguro de no saber qué quiere decir moderato cantabile? –insistió la profesora.
El niño no respondió. La profesora dio un grito ahogado de impotencia, golpeando de nuevo el teclado con el lápiz. Ni una pestaña del niño se movió. La profesora se giró.
–Señora Desbaresdes, ¡vaya cabeza tiene usted ahí! –dijo.
Anne Desbaresdes volvió a suspirar.
–¿A mí me lo dice? –dijo.
El niño, inmóvil, con los ojos bajos, fue el único en recordar que la noche acababa de estallar. Se estremeció.
–Te lo he dicho la última vez, te lo he dicho la penúltima vez, te lo he dicho cien veces, ¿estás seguro de no saberlo?
El niño no creyo oportuno responder.
La profesora lo miró de nuevo como si fuese un objeto. Su furor fue en aumento.
–Ya empieza otra vez –dijo muy bajo Anne Desbaresdes.
–Lo que pasa –continuó la profesora–, lo que pasa es que no quieres decirlo.
–Vas a decirlo inmediatamente –aulló la profesora.
El niño no manifestó sorpresa alguna. Siguió sin responder. Entonces la profesora golpeó por tercera vez el teclado, pero tan fuerte que el lápiz se rompió. Justo al lado de las manos del niño. Éstas eran casi las de un recién nacido, redondas, lechosas aún. Cerradas sobre sí mismas, permanecieron quietas».


(DURAS, Marguerite.  Moderato cantabile. Madrid: Unidad Editorial, D.L. 1999, p. 9).

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