29 sept 2018

Escribir II

«¿Quién no ha visto agonizar en medio de espantosos sufrimientos a novelas que tenían toda la vida por delante? Nunca se sabe de qué depende su supervivencia; lo cierto es que a veces se les corrompe la sangre y no hay transfusión de tinta que les reanime. Lo más sensato, aunque no lo más fácil, en situaciones así es avisar al crítico forense para que levante el cadáver y firme el certificado de defunción. Muchos no se resignan y hacen con el cuerpo del relato auténticas barbaridades con las que sólo consiguen prolongar su agonía.

14 sept 2018

La voz


Moonlight  (1874),  de Homer Winslow
«El doctor Henke alzó impaciente la cabeza y buscó los ojos del amigo. Él no tenía ningún sentido para la poesía, pero casualmente se le ocurrió que aquellos ojos con su profundidad cambiante y su brillo misterioso e inesperado tenían algo de la naturaleza del mar. Sonrió irónicamente y gruñó:
–Dime por lo que más quieras cómo se te ha ocurrido esa idea.

4 sept 2018

Algunos principios vitales


A garden (1869),  de Albert Joseph Moore
«Por mediocre que sea vuestra vida, hacedle frente y vividla; no la esquivéis ni la denostéis. No es tan mala como vosotros mismos. Parece tanto más pobre cuanto mayor es vuestra riqueza. El buscador de defectos los halla incluso en el paraíso. Amad vuestra vida, por pobre que sea. Es posible vivir unas horas amables, emocionantes y gloriosas hasta en un asilo. El sol que se pone se refleja con igual esplendor en las ventanas del hospicio que en las del rico, y la nieve se funde frente a ambas puertas, llegada la primavera. No veo por qué una mente serena no ha de poder hallar tanta satisfacción y gozar de pensamientos tan estimulantes allí como en un palacio. A menudo nos parece que son los pobres del pueblo quienes viven de la manera más independiente, quizá porque son lo suficientemente nobles para recibir sin escrúpulos. En su mayoría piensan que se hallan por encima de ser mantenidos por el pueblo; pero ocurre con frecuencia que no se sienten por encima de automantenerse por medios ilícitos, lo cual debiera ser menos decoroso. Cuidad la pobreza como una hierba, como salvia. No os intereséis demasiado por adquirir cosas nuevas, sea vestidos o amigos. Remozad los gastados; volved a los viejos. Las cosas no cambian; somos nosotros los que cambiamos. Vended vuestras ropas y conservad vuestras ideas».


(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 401).