«La red, que puede agrupar en un mismo
soporte la prensa, la radio y la televisión, aspira, como biblioteca, a
contener todas las publicaciones, antiguas y modernas; toda la música; todos
los vídeos; todas las imágenes... Esta concepción del ciberespacio –escribe
Darnton–
tiene un curioso parecido con la concepción que tenía San Agustín de la mente
de Dios: omnisciente e infinita porque Su sabiduría lo abarca todo, e inclus lo
que queda más allá del tiempo y el espacio. El conocimiento también podría ser
infinito en un sistema de comunicación en el que los hipervínculos llegaran a
todas partes, sólo que es imposible que exista un sistema así. Producimos mucha
más información de la que somos capaces de digitalizar y, en cualquier caso,
información no es igual a conocimiento».
(BARNÉS,
Antonio. Elogio del libro de papel. Madrid: Rialp, 2014, p. 23).
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