1 mar 2016

Ese tú al que se escribe

«La escritura inauguró una nueva forma de estar en el mundo: no es una simple reproducción del discurso lingüístico, que es primordialmente oral. Oralidad y escritura no son intercambiables. Hay una zona de confluencia, de intersección, pero una y otra poseen sus propias virtualidades. Pedro Salinas lo escribe en El defensor: hay cosas que solo se pueden expresar epistolarmente. En la escritura, el hombre puede encontrarse más sereno, consigo mismo, sin la interferencia emocional del otro, de los otros. De ahí que la forma epistolar sea capaz de ir más allá del artificio. En realidad, toda escritura va dirigida a un destinatario, incluso uno mismo ese al que se escribe. El lector, a su vez, puede responder al autor, cerrando el ciclo de la comunicación y abriendo a su vez otro proceso».


(BARNÉS, Antonio. Elogio del libro de papel. Madrid: Rialp, 2014, p. 31-32).

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