La Aurora (1881), de William-Adolphe Bouguereau
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«En la noche más cerrada y oscura del firmamento
que llamamos cielo, sin que se sepa el porqué, se transforma su lisa negrura en
un espejo. Ni luna ni estrellas andan en ello, y no hay que preguntarse, en
este caso, por qué esta noche, de alma también, y ante todo, es el espejo, el
fondo de un espejo, de una vida, de vida y de ser; espejo ni tan siquiera
velado, rasgado, velo de la luz que no cesa. Y entonces palabra no hay; aunque
fuera en el más hondo abismo de la tierra, en el más afligido corazón se da el
espejo de la luz que no cesa. Y como no permanece, mas ha de volver, es también
una aurora allí en el polo, en el centro de la oscuridad y la mudez, del
silencio, del olvido del no-ser».
(ZAMBRANO,
María. De la aurora. Madrid: Turner, 1986,
p. 120).
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