Ariadna (1898), de John William
Waterhouse
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«Unos cinco mil años antes de Champollion,
el dios Thot viajó a Tebas y ofreció a Thamus, rey de Egipto, el arte de
escribir. Le explicó esos jeroglíficos, y dijo que la escritura era el mejor
remedio para curar la mala memoria y la poca sabiduría.
El rey rechazó el regalo:
–¿Memoria?- ¿Sabiduría? Este inventó producirá olvido. La
sabiduría está en la verdad, no en su apariencia. No se puede recordar con
memoria ajena. Los hombres registrarán, pero no recordarán. Repetirán, pero no vivirán.
Se enterarán de muchas cosas, pero no conocerán ninguna».
(GALEANO, Eduardo. Espejos
: una historia casi universal. México: Siglo XXI, 2008,
p.15).