«Hallándose
en continua guerra las aves y los cuadrúpedos, se dieron una sangrienta batalla
durante la cual, creyendo el murciélago que vencerían los últimos, desertó de
las aves y se pasó a los enemigos. Sucedió, sin embargo, que llegando poco
después el águila, animó de tal manera a las aves, que peleando con mayor
esfuerzo vencieron a los cuadrúpedos. Hiciéronse después las paces, y todos
condenaron al murciélago a quitarle las plumas en castigo de su perfidia,
prohibiéndole que jamás se presentase a su vista: motivo por el que este animal
sólo sale por las noches».
Quien se excusa de
acompañar a sus amigos en los días de adversidad y peligro, también será
desechado por ellos en los días de prosperidad y bienandanzas.
(ESOPO. Fábulas. [San Salvador?: s.n., s.a., p. 37-38).
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