Espera en la terraza del Café Novelty, de Li-Shu Chen |
«Díaz-Varela se quedó observándome muy
atentamente, con una mejilla apoyada en el puño y el codo apoyado en la mesa.
Aparté la vista, me turbaron sus ojos inmóviles, de mirada nada transparente ni
penetrante, quizá era nebulosa y envolvente o tan sólo indescifrable, suavizada
en todo caso por la miopía (probablemente llevaba lentillas), era como si esos
ojos rasgados me estuvieran diciendo: “¿Por qué no me entiendes?”, no con
impaciencia sino con lástima.
–Ese es el error –dijo al cabo de unos
segundos, sin quitarme su mirada fija de encima ni variar su postura, como si
en vez de hablar estuviera atendiendo–, un error propio de niños en el que sin
embargo incurren muchos adultos hasta el día de su muerte, como si a lo largo
de su vida entera no hubieran logrado darse cuenta de su funcionamiento y
carecieran de toda experiencia.