La urraca (1869), de Claude Monet |
Es la música, este irrumpir de lo oscuro.
Viene de lejos, ciertamente de otros
días,
de otros lugares. Quizá haya sido
la simiente de un chopo, la risa
de un niño, el salto de un gorrión.
Cualquier cosa en la que nadie
ni siquiera ha reparado, que ha dejado de
ser
para convertirse en melodía. Empujada
por un viento mínimo, un soplo
o poco más, hacia tu alegría.
Y ahora se retrasa, este sol materno,
se queda conmigo el resto de los días.
Como la lumbre, al llegar el invierno.
(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 59).