La tarde me está ofreciendo
en la palma de su mano,
hecha de enero y de niebla,
vagos mundos desmedidos
de esos que yo antes soñaba,
que hoy ya no quiero.
Y cerraría los ojos
para no verlo. Si no
los cierro
no es por lo que veo.
Por un mundo sospechado
concreto y virgen detrás,
por lo que no puedo ver
llevo los ojos abiertos.
(SALINAS, Pedro. Antología personal. Madrid: Visor, 1996, p. 31).
Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
9 ene 2024
31 dic 2023
22 dic 2023
13 dic 2023
Como llenarte soledad sino contigo misma
Paisaje de otoño al anochecer (1885) de Vincent van Gogh |
6 dic 2023
Presencias
Llega el primer frío
de diciembre—ni un
Solo grillo
First December cold
wave—not even
One cricket
(KEROUAC, Jack. Libro de haikus. Madrid: Bartleby, 2007, p. 16-17).
de diciembre—ni un
Solo grillo
First December cold
wave—not even
One cricket
(KEROUAC, Jack. Libro de haikus. Madrid: Bartleby, 2007, p. 16-17).
30 nov 2023
Carta de noviembre
La ciudad soñada (2017), de Li-Shu Chen |
Amor, el mundo
cambia de pronto, cambia de color. La luz de la farola
segmenta en dos las vainas del laburno,
esas colas de rata, a las nueve de la mañana.
Y este pequeño círculo
negro es el Ártico,
con sus hierbas sedosas y leonadas, como pelusa de bebé.
El verde está en el aire,
mullido y delicioso.
Me recoge amorosamente.
27 nov 2023
19 nov 2023
Todo en la vida es negociable
La arquera, de Max Nonnenbruch |
(LANDERO, Luis. La vida negociable. Barcelona: Tusquets, 2017, p. 285).
17 nov 2023
10 nov 2023
El ginkgo
También dicen que el ginkgo es el mejor remedio para la mala memoria. Eso sí que está probado. Cuando la bomba atómica convirtió la ciudad de Hiroshima en un desierto de negrura, un viejo ginkgo cayó fulminad cerca del centro de la explosión. El árbol quedó tan calcinado como el templo budista que el árbol protegía. Tres años después, alguien descubrió que una lucecita verde asomaba en el carbón. El tronco muerto había dado un brote. El árbol renació, abrió sus brazos, floreció.
Ese sobreviviente de la matanza sigue estando ahí.
Para que se sepa».
(GALEANO, Eduardo. Bocas del tiempo. Madrid: Siglo XXI de España, 2004, p. 99).