31 oct 2020

Durante el paseo

Sueño,  de Li-Shu Chen
«El Boulevard de la Mer ya estaba iluminado. Era mucho más tarde que de costumbre, una hora al menos. El niño cantó una última vez la sonatina, luego se cansó de ella. Las calles estaban casi desiertas. La gente cenaba ya. Cuando, después del último muelle, el Boulevard de la Mer se perfiló en toda su longitud habitual, Anne Desbaresdes se detuvo.
–Estoy demasiada cansada –dijo.
–Pero tengo hambre –lloriqueó el niño.

17 oct 2020

El salmo y la canción

La dama de Shalott (1888),  de John William Waterhouse
Olvido de los nombres de la costumbre,
de las muescas del recuerdo.
Perdido en el hueco de las cosas,
en la perfección de la flor.
Encuentros
que dejan señal,
o tal vez sentimientos
que abaten torres, que golpean
las paredes del sueño.

¿De dónde los signos, que a su nombre
vida añadieron?
¿De qué manera nos fue dado
reconstruir los fundamentos
de tan despoblada arquitectura
si no tenemos
conciencia clara
de donde caernos muertos?

8 oct 2020

La uva y el vino

En la fiesta de la vendimia  (1870)de Lawrence Alma-Tadema

   «Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela. Antes de morir, le reveló su secreto:
La uva –le susurró–está hecha de vino.
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos».

(GALEANO, Eduardo. El libro de los abrazos. 34ª reimp. Madrid: Siglo XXI de España, 2015, p. 4).


20 sept 2020

Sin oírnos

Ocaso en Montseny – (Barcelona, España)
El sol declina
y la noche se anuncia
                        serenando las voces
                       
queda llegar hasta un silencio
jamás nombrado,
                        no para decirlo
                                               para escuchar sin oírnos
                                                                       para acoger el olvido.


(MUJICA, Hugo. Y siempre después del viento. Madrid: Visor, 2011, p. 61).

4 sept 2020

El tallo débil

Belleza abstracta (3),  de Li-Shu Chen
«Debido a nuestras convenciones familiares basadas en un apellido que se transmite de padre a hijo, nos sentimos equivocadamente unidos al pasado por un débil tallo, al que vienen a injertarse, a cada generación, los apellidos de las esposas, siempre considerados como de interés secundario, a menos que sean lo suficientemente brillantes como para sacar de ellos vanidad».


(YOURCENAR, Marguerite. El laberinto del mundo. Madrid: Alfaguara, 2012, p. 298).