4 oct 2014

La caída imaginaria

   «Si se hiciera el doble inventario de las metáforas de la caída y de las metáforas de la ascensión, nos sorprendería el número mucho mayor de las primeras. Incluso sin referencia a la vida moral, parece que las metáforas de la caída tienen un realismo psicológico innegable. Desarrollan todas una impresión psíquica que deja, en nuestro inconsciente, huellas imborrables: el miedo a caer es un miedo primitivo. Se le encuentra de nuevo como un componente de miedos muy variados.

18 sept 2014

La arboleda perdida

Drawing hands (1948),  de M.C. Escher
«¡Qué lentitud la mía! Tanto o más que un poema me cuesta una simple página en prosa. Todo me sale demasiado rítmico. Batallo porque no sea así. Corrijo, deformo una frase para que no haga verso. La leo lentamente. Y entonces no me gusta. ¿Qué hacer? Seguiré esta Arboleda como hasta ahora. Me perdono el delito de perderme en sus ramas, dejando el mismo soplo musical, métrico, saltarín, que las viene moviendo desde el primer capítulo».


(ALBERTI, Rafael. La arboleda perdida: libros I y II de memorias.  1ª ed., 6ª reimp. Barcelona: Seix Barral, 1981, p. 195).

11 sept 2014

The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore



Óscar al mejor corto de animación en 2012, es una oda a los libros, la lectura y con una biblioteca fantástica como escenario.

3 sept 2014

La actitud del que se marcha

Miranda  (1875),  de John William Waterhouse
Porque cuando el héroe pasó, como la tempestad, sin detenerse en los rellanos del amor,
cada uno lo elevaba, cada latido de un corazón que palpitó por él;  
pero, vuelto de espaldas, al fin de las sonrisas se erguía –y era otro.
Denn hinstürmte der Held durch Augenthalte der Liebe,
jeder hob ihn hinaus, jeder ihn meinende Herzschlag, abgewendet schon, stand er am Ende der Lächeln,anders.                  


(RILKE, Rainer Maria. Elegías de Duino. 2ª ed. Madrid: Hiperión, 2005, p. 70-71).

28 ago 2014

El león y la zorra

Fratellini (1927), de Joan Miró
«Deseando el león matar diversos animales para alimentarse de su carne se fingió enfermo, y con este engaño entraban muchos en su cueva y los devoraba. Llegó asimismo la zorra, pero temiendo al león, le dijo desde fuera que sentía mucho su enfermedad.
            - ¿Por qué no entras? –le preguntó el león–. Desconfías acaso de mí, cuando estoy tan débil que apenas puedo menearme? No temas, pues, entra sin recelo.
            - No lo haré seguramente –respondió la astuta zorra–, porque veo huellas de los que han entrado, pero no las veo de que hayan salido».

No debemos fiar ciegamente en lo que nos dicen; ni creer todas las palabras, según quien sea el que las pronuncie.


(ESOPO. Fábulas. [San Salvador?: s.n., s.a., p. 25-26).