Luna en el bosque, de Li-Shu Chen |
y me aparto el cabello triguero de la frente
ante un espejo de hielo.
Mezclada con mi aliento
se corta la leche.
Tan de madrugada espumea con facilidad.
Y donde empaño los cristales con mi aliento
aparece, dibujado con dedo infantil,
de nuevo tu nombre: ¡inocencia!
Tras tanto tiempo.
Estos días no me duele
que sé olvidar,
y tengo que acordarme.
Amo. Hasta palidecer
amo y doy gracias con avemarías.
Al vuelo las aprendí.
Estos días pienso en el albatros
con el que me alcé
y llegué a la página
en blanco de un país.
Intuyo en el horizonte,
espléndido en el ocaso,
mi continente fabuloso
allá en el otro lado, que me dejó marchar
con la mortaja puesta.
¡Vivo y oigo de lejos su canto de cisnes!
(BACHMANN, Ingeborg. Invocación a la osa mayor. Madrid: Hiperión, 2001, p. 91-93).
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