5 jul 2022

La urgencia

«Y aquí me detuve, porque eran tantas las cosas que se me ocurrían (memorizar los nombres de todos los árboles del mundo, de todos los minerales, de las flores, los ríos y las estrellas, jugar al póker, bailar el vals, pilotar un barco, contar viejas historias…), y casi todas tan largas y difíciles de aprender, que necesitaría toda la vida solo para intentarlo. Leer, por ejemplo. Apenas había leído nada y ahora de pronto quería leerlo y abarcarlo todo. Ahora bien, pensé entonces, ¿no sería mejor buscar libros, manuales, guías, prontuarios, pequeñas enciclopedias, donde resumieran argumentos de novelas y teorías filosóficas, gráficos, esquemas y sinopsis, que encerraran lo esencial de la astrología, de la química, de la historia? Para cada materia, diez o doce fichas, no mucho más. Solo lo básico. Luego, ya me encargaría yo de ampliar por mi cuenta con la ayuda de la imaginación, de las palabras del ingenio y hasta de los gestos. De ese modo, podría hablar con cierto fundamento sobre cualquier cuestión. Y quién sabe, en un rifirrafe dialéctico, quizá también yo lograra desenfundar con rapidez. Sí, había que tomar atajos, tender puentes, echar remiendos, porque al fin y al cabo la vida es breve, y el amor y sus urgencias admiten y justifican todo tipo de intrigas y artimañas».


(LANDERO, Luis. La vida negociable. Barcelona: Tusquets, 2017, p. 97).

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