Viento de flores (1902), de John William Waterhouse |
Con este viento viene el
destino; deja, oh, déjalo
venir, todo lo inaplazable y
ciego,
todo eso por lo que estaremos
incandescentes.
(Sé tranquilo y no te muevas,
para que nos halle.)
Nuestro destino, ay, viene en
este viento.
Vacilando por la carga de cosas
sin nombre,
trae ese nuevo viento de algún
sitio
sobre el mar lo que somos.
... Qué más quisiéramos. Nos
hallaríamos como en casa.
(Se elevaron y descendieron los
cielos en nosotros.)
Mas con este viento el destino
enorme
nos sobrepasa siempre.
(RILKE,
Rainer Maria. Antología poética. 2ª ed. Madrid: Espasa-Calpe, 1976, p. 179).