No he venido como un
mendigo.
Sólo una hora fugaz estuve
parado al final de tu patio al otro lado del seto del jardín.
¿Por qué con una mirada me
avergüenzas?
De tu jardín no cogí
ninguna rosa, ningún fruto arranqué.
Humildemente me refugié
bajo la sombra a orillas del camino donde cualquier viajero extraño puede
quedarse.
Ni una rosa arranqué.