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18 feb 2016

La anarquía de la lectura


Mujer leyendo (1935),  de Pablo Picasso
«Desde la liberalización de las prácticas de la lectura entre los siglos XVII y XIX, cada uno es libre de decidir no sólo qué leer y cómo hacerlo, sino también de elegir el lugar de la lectura. Ahora se puede leer donde uno quiera: preferentemente en casa, hundido en un sillón, tumbado en la cama o en el suelo, pero también al aire libre, en la playa o durante un viaje, en el tren o en el metro (...) la mirada sumergida silenciosamente en un libro generaba un aura de intimidad que separaba al lector de su entorno inmediato permitiéndole, sin embargo, permanecer inmerso en él (...): en medio del ajetreo de la ciudad y en presencia de otra gente, el lector podía estar consigo mismo sin ser perturbado.

13 dic 2015

El club de los bibliotecarios muertos

Ángel Esteban cuenta en El escritor en su paraíso cómo los grandes literatos de nuestra historia encontraron en las bibliotecas su refugio, su inspiración y sus primeras nóminas.

Las bibliotecas siempre han tenido ese toque vetusto y místico capaz de inspirar a las mejores mentes de nuestra historia. Son lugares que generan obsesión, con pasillos que resguardan romances, el único lugar donde el papel nunca pasa de moda.

El escritor en su paraíso puede considerarse un repaso al 'detrás de las plumas' de los grandes literatos, pero es en verdad una oda compartimentada a las bibliotecas. El filólogo Ángel Esteban ha exprimido en sus casi cuatrocientas páginas el filón que ha sido siempre este espacio para la literatura, el cine e incluso como atrezzo de bar o tienda.

5 jul 2015

¿Qué es también una biblioteca?

«Podría decir lo mismo de Rimbaud o de Juan Rulfo. Una biblioteca es un cuarto de amigos que me rodean y me brindan su hospitalidad. Una casa sin biblioteca es una morada sin alma, sin espíritu, sin afectos. Los libros –quizá no todos– parecen observarnos o llamarnos desde las estanterías. Esperan. Cuando una mano se les acerca, se inclinan hacia ella. Estoy pensando en el Ulises de Joyce. Lo leí cuando estaba en el campo disciplinario. Él me abrió la vía a la escritura. Me autorizó a escribir. Quien te haga semejante ofrenda, ¿no merece tu amistad?

5 abr 2015

El destino del libro

Librería Lello&Irmao,
en Oporto (Portugal)
«–Este lugar es un misterio, Daniel, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte. Hace ya muchos años, cuando mi padre me trajo por primera vez aquí, este lugar ya era viejo. Quizá tan viejo como la misma ciudad. Nadie sabe a ciencia cierta desde cuándo existe, o quiénes lo crearon. Te diré lo que mi padre me dijo a mí. Cuando una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando un libro se pierde en el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos aseguramos de que llegue aquí. En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en el tiempo, viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo espíritu.

11 sept 2014

The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore



Óscar al mejor corto de animación en 2012, es una oda a los libros, la lectura y con una biblioteca fantástica como escenario.

3 abr 2013

Amigo y enemigo


  «Recuerdo los primeros libros, pocos, que compré cuando era estudiante. Los coloqué en una pequeña repisa y todos los días me acercaba a mirarlos con ilusión. Me sentía orgulloso de poseer mis propios libros. Paulatinamente la repisa se fue llenando de volúmenes y tuve que comprar un pequeño mueble librería. Pronto fueron dos, después tres, finalmente diez. A pesar de ello, ideé un sistema que me permitía encontrar cualquier libro con los ojos cerrados. Más tarde me vi obligado a deshacerme de los muebles librería y a instalar un montón de estanterías que ocupaban tres de las cuatro paredes de mi estudio. Tuve que cambiar el sistema, y desde entonces pierdo a menudo horas enteras buscando un libro que sé con certeza que poseo. O está mal colocado, o (y esto es lo más frecuente) alguien me lo ha robado.

29 sept 2012

Un sueño


Sala principal de la Biblioteca del Klementinum de Praga.
   «Hacia el alba, soñó que se había ocultado en una de las naves de la biblioteca del Clementinum. Un bibliotecario de gafas negras le preguntó: ¿Qué busca? Hladík le replicó: Busco a Dios. El bibliotecario le dijo: Dios está en una de las letras de una de las páginas de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum. Mis padres y los padres de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego buscándola. Se quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que estaban muertos. Un lector entró a devolver un atlas. Este atlas es inútil, dijo, y se lo dio a Hladík. Éste lo abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. Bruscamente seguro tocó una de las mínimas letras. Un voz ubicua le dijo: El tiempo de tu labor ha sido otorgado. Aquí Hladík se despertó. Recordó que los sueños de los hombres pertenecen a Dios y que Maimónides ha escrito que son divinas las palabras de un sueño, cuando son distintas y claras y no se puede ver quién las dijo».


(BORGES, Jorge Luis. Artificios.  Madrid: Alianza Editorial, 1993, p. 56). 

19 sept 2012

El fruto del libro


Leyendo una historia (c. 1878-79), de James Jacques Tissot
 «Mientras la lectura sea para nosotros la iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren en nuestro interior la puerta de estancias a las que no hubiéramos sabido llegar solos, su papel en nuestra vida es saludable. Se convierte en peligroso por el contrario cuando, en lugar de despertarnos a la vida personal del espíritu, la lectura tiende a suplantarla, cuando la verdad ya no se nos presenta como un ideal que no esté a nuestro alcance por el progreso íntimo de nuestro pensamiento y el esfuerzo de nuestra voluntad, sino como algo material, abandonado entre las hojas de los libros como un fruto madurado por otros y que no tenemos más que molestarnos en tomarlo de los estantes de las bibliotecas para saborearlo a continuación pasivamente, en una perfecta armonía de cuerpo y mente».

(PROUST, Marcel. Sobre la lectura. Valencia: Pre-textos, 1997, p. 43).



24 oct 2011

Hoy no es un día cualquiera


   «El policía salió precipitadamente de la biblioteca haciendo crujir el suelo con sus pesadas botas. La señorita Laburnum se dirigió al estante de la letra “B” y bajó al Bandido-Jefe.

  - Bien, ahora dígame ¿qué ha venido hacer aquí? – interrogó con severidad la bibliotecaria. Pero a pesar de su tono, no engañó al Bandido-Jefe. Sabía, en realidad, que ella estaba muy contenta de volver a verle.

  - Verá, señorita Laburnum, el caso es que mis hombres parecen muy inquietos. Desde que usted les leía aquellos cuentos no han vuelto a sentirse contentos después de cenar. Antes solíamos sentarnos alrededor del fuego, cantábamos canciones de bandidos y disfrutábamos con nuestro humor grosero. Pero ahora han perdido el gusto. Quieren oír historias de Alicia, La isla del tesoro, de reyes y payasos. Por eso venía hacerme socio de la biblioteca y llevarme algunos libros. ¿Qué debo hacer? No me atrevo a regresar sin libros, pero ese policía puede regresar en cualquier momento. ¿No se enfadará con usted cuando descubra que me he marchado?

  - Eso tiene fácil arreglo – dijo la bibliotecaria sonriendo-. ¿Cuál es su número? ¡Ah, sí! Bien, cuando el policía vuelva le diré que otra persona se lo ha llevado prestado, y será cierto porque yo le llevo prestado a usted. El Bandido-Jefe dirigió una elocuente mirada a la señorita Laburnum.