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3 ene 2016

En la luz a plomo

Si las manos pudiesen (las tuyas,
las mías) rasgar la niebla,
entrar en la luz a plomo.
Si la voz llegara. No una cualquiera:
la tuya, y en la mañana volara.
Y de júbilo cantase.
Con tus manos, y las mías,
pudiera entrar en el azul, cualquier
azul: el del mar,
el del cielo, el de la vulgar canción
del agua corriente. Y con ellas ascendiera.
(El ave, las manos, la voz).
Y fueran llama. Casi.


(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 91).

17 ene 2015

De la forma más simple

Es sólo el inicio. Después duele
y se le da nombre.
A veces lo llaman pasión. Que puede
ocurrir de la forma más simple:
unas gotas de lluvia en el cabello.
Acercas la mano, los dedos
empiezan a arder inesperadamente
retrocedes de miedo. Aquellos cabellos,
sus gotas de agua son el inicio,
sólo el inicio. Antes
del final deberás tomar el fuego
y hacer del invierno
la más ardiente de las estaciones.


(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 31).

25 ene 2014

Un simple pensamiento

La urraca (1869), de Claude Monet
Es la música, este irrumpir de lo oscuro.
Viene de lejos, ciertamente de otros días,
de otros lugares. Quizá haya sido
la simiente de un chopo, la risa
de un niño, el salto de un gorrión.
Cualquier cosa en la que nadie
ni siquiera ha reparado, que ha dejado de ser
para convertirse en melodía. Empujada
por un viento mínimo, un soplo
o poco más, hacia tu alegría.
Y ahora se retrasa, este sol materno,
se queda conmigo el resto de los días.
Como la lumbre, al llegar el invierno.

(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 59).

30 mar 2013

El pequeño seísmo

Lirios (1889),  de Vincent van Gogh
Ocurre un pequeño seísmo
cuando dices mi nombre.
Me elevas a la altura de tu boca
lentamente
para no deshojarme.
Tiemblo como si tuviera
quince años y toda la tierra
fuera leve.
¡Oh, inefable primavera!


(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 29).

30 jul 2012

Otros ritmos, otros modos


Puesta de sol en la playa de Le Mubelli, Normandia.
No es el mar, no es el viento, es el sol
lo que me duele desde la cintura hasta los zapatos.
Sol de finales de julio
o de agosto a plomo: finas
agujas de acero.
Es el sol de estos días, que brilla
entre las hojas.
Bebiendo mi agua.
Pegado a mi piel.
Es de otro territorio, de otro arenal.
Tiene otros ritmos, otros modos,
otra lentitud para roer
la cal, morderme los ojos.
Hasta cuando ciega canta al arder.


(ANDRADE, Eugénio de.  Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 33).

21 mar 2012

Ver claro

Toda la poesía es luminosa, hasta
la más oscura.
El lector es quien a veces
en lugar de sol, dentro tiene niebla.
Y la niebla nunca deja ver claro.
Si regresa
una y otra vez
y otra vez
a esas sílabas encendidas
le cegará tanta claridad.
Bendito sea quien llegue.


(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 9). 


Hoy es el Día Mundial de la Poesía. En 1999 la UNESCO estableció la necesidad de rendir homenaje a la palabra poética y desde entonces, cada 21 de marzo, coincidiendo con la llegada de la primavera, la poesía está de fiesta.