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18 ago 2016

El tiempo


Echo y Narciso  (1903),  de John William Waterhouse
«Pero el tiempo es continuidad, herencia, consecuencia. Pasa sin pasar enteramente, pasa transformándose. El tiempo no tiene una estructura simple, de una sola dimensión, diríamos. Pasa y queda. Al pasar se hace pasado, no desaparece. Si desapareciese totalmente no tendríamos historia.

22 nov 2015

El placer de la música



Santa Cecilia  (1895),  de John William Waterhouse
«Me quedaban las noches. Me concedía, cada noche, unos minutos de música para mí solo. Es cierto que el placer solitario es un placer estéril, pero ningún placer es estéril cuando nos reconcilia con la vida. La música nos transporta a un mundo en donde el dolor sigue existiendo, pero se ensancha, se serena, se hace a la vez más quieto y más profundo, como un torrente que se transformara en lago. Volvía tarde y no podía ponerme a tocar una música demasiado ruidosa; además, nunca me ha gustado. Me daba cuenta de que, en la casa, sólo toleraban la mía y, sin duda, el sueño de la gente cansada vale más que todas las melodías posibles.

28 jul 2015

Escribir no



Ariadna  (1898),  de John William Waterhouse
«Unos cinco mil años antes de Champollion, el dios Thot viajó a Tebas y ofreció a Thamus, rey de Egipto, el arte de escribir. Le explicó esos jeroglíficos, y dijo que la escritura era el mejor remedio para curar la mala memoria y la poca sabiduría.
   El rey rechazó el regalo:
   –¿Memoria?-  ¿Sabiduría? Este inventó producirá olvido. La sabiduría está en la verdad, no en su apariencia. No se puede recordar con memoria ajena. Los hombres registrarán, pero no recordarán. Repetirán, pero no vivirán. Se enterarán de muchas cosas, pero no conocerán ninguna».


(GALEANO, Eduardo.  Espejos : una historia casi universal. México: Siglo XXI, 2008, p.15).

31 mar 2015

Un viento de primavera

Viento de flores  (1902),  de John William Waterhouse
Con este viento viene el destino; deja, oh, déjalo
venir, todo lo inaplazable y ciego,
todo eso por lo que estaremos incandescentes.
(Sé tranquilo y no te muevas, para que nos halle.)
Nuestro destino, ay, viene en este viento.

Vacilando por la carga de cosas sin nombre,
trae ese nuevo viento de algún sitio
sobre el mar lo que somos.

... Qué más quisiéramos. Nos hallaríamos como en casa.
(Se elevaron y descendieron los cielos en nosotros.)
Mas con este viento el destino enorme
nos sobrepasa siempre.


(RILKE, Rainer Maria. Antología poética. 2ª ed. Madrid: Espasa-Calpe, 1976, p. 179). 

3 sept 2014

La actitud del que se marcha

Miranda  (1875),  de John William Waterhouse
Porque cuando el héroe pasó, como la tempestad, sin detenerse en los rellanos del amor,
cada uno lo elevaba, cada latido de un corazón que palpitó por él;  
pero, vuelto de espaldas, al fin de las sonrisas se erguía –y era otro.
Denn hinstürmte der Held durch Augenthalte der Liebe,
jeder hob ihn hinaus, jeder ihn meinende Herzschlag, abgewendet schon, stand er am Ende der Lächeln,anders.                  


(RILKE, Rainer Maria. Elegías de Duino. 2ª ed. Madrid: Hiperión, 2005, p. 70-71).

14 feb 2014

Si el hombre pudiera decir

El despertar de Adonis  (1899),  de John William Waterhouse
Si el hombre pudiera decir lo que ama
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,

20 ene 2013

¿Qué quiere el viento de enero?


Boreas (1903),  de John William Waterhouse
¿Qué quiere el viento de enero
que baja por el barranco
y violenta las ventanas
mientras te visto de abrazos?

Derribarnos. Arrastrarnos.

Derribadas, arrastradas
las dos sangres se alejaron
¿Qué sangre queriendo el viento
cada vez más enconado?

Separarnos.


(HERNÁNDEZ, Miguel. Poemas. Barcelona: Plaza&Janes, 1975, p. 79).