«Si se hiciera el doble inventario de las metáforas de
la caída y de las metáforas de la ascensión, nos sorprendería el número mucho
mayor de las primeras. Incluso sin referencia a la vida moral, parece que las
metáforas de la caída tienen un realismo psicológico innegable. Desarrollan
todas una impresión psíquica que deja, en nuestro inconsciente, huellas
imborrables: el miedo a caer es un miedo primitivo. Se le encuentra de
nuevo como un componente de miedos muy variados. Constituye el elemento
dinámico del miedo a la oscuridad; el que huye siente que le faltan las
piernas. Lo oscuro y la caída, la caída en la oscuridad, preparan dramas
fáciles para la imaginación inconsciente. Henri Wallon ha demostrado que
la agorafobia, no es, en el fondo, más que el miedo a caer. No es el miedo de
encontrar hombres, sino el miedo de no encontrar apoyo. A la menor regresión,
ese temor infantil nos hace temblar. Y, en fin, nuestros sueños conocen también
caídas vertiginosas en profundos abismos...».
(BACHELARD, Gaston. El agua y los sueños. 1ª ed., 7ª reimp. México:
Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 116).
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