Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
1 feb 2014
25 ene 2014
Un simple pensamiento
La urraca (1869), de Claude Monet |
Es la música, este irrumpir de lo oscuro.
Viene de lejos, ciertamente de otros
días,
de otros lugares. Quizá haya sido
la simiente de un chopo, la risa
de un niño, el salto de un gorrión.
Cualquier cosa en la que nadie
ni siquiera ha reparado, que ha dejado de
ser
para convertirse en melodía. Empujada
por un viento mínimo, un soplo
o poco más, hacia tu alegría.
Y ahora se retrasa, este sol materno,
se queda conmigo el resto de los días.
Como la lumbre, al llegar el invierno.
(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 59).
19 ene 2014
Isak Dinesen
«Ella hubiera preferido hacer
cualquier cosa en la vida antes que ser escritora. Eso es en todo caso lo que
afirmaba la joven Karen Christentze Dinesen, cuyo padre era miembro de la
nobleza territorial y la madre de una familia de comerciantes al por mayor de
Copenhague, y enumeraba sus preferencias: “viajar, bailar, vivir, ser libre
para pintar cuadros”. En aquel momento, había publicado ya bajo el pseudónimo
de “Osceola” algunos relatos en los que se encuentra también esta frase: “Todo
ser humano tiene el derecho a determinar libremente su destino,
independientemente de las leyes que otros hayan establecido...”. El compromiso
matrimonial con el barón Bror Frederik de Blixen-Finecke le brindó la
oportunidad de escapar de la “existencia infinitamente insípida” de una joven
rica, hacia el mundo umbrío y sugestivo de los kikuyu, los masai y los somalíes
del que era entonces protectorado británico de África oriental.
13 ene 2014
La pregunta y su respuesta
«Tras una calma noche de invierno me desperté con la
sensación de que mientras dormía me había sido formulada una pregunta a la que
yo había tratado en vano de responder en medio de mi sueño. ¿Cómo, cuándo,
dónde? Pero surgió con el amanecer la Naturaleza, en la que viven todas las
criaturas, atisbando por mi ventana con rostro satisfecho y sin pregunta alguna
en sus labios. Desperté, pues, a una cuestión ya resuelta, a la Naturaleza y a
la luz del día. La nieve, salpicada de agujas de pino, que yacía pesadamente
sobre la tierra y hasta la misma ladera
sobre la que se asienta mi cabaña parecía decir: ¡Adelante! La Naturaleza no
hace preguntas ni responde a ninguna de las que formulamos los mortales.
5 ene 2014
30 dic 2013
Lo que le pido al día
There was a Little Magpie (1928), de Joan Miró
|
Lo que al día le pido ya no es
que me cumpla los sueños, que me
entregue
los deseos cumplidos de otros
días,
porque al fin he aprendido que
los sueños
son iguales que las alas de un
insecto
y al tocarlos el hombre se
deshacen;
y es que un sueño al cumplirse es
otra cosa
que no ayuda a volar.
24 dic 2013
El Niño Jesús
La Virgen del Pez (c.a. 1513), de Rafael Sanzio
|
«Bendito día de Nochebuena en que los
pequeños con piernecitas saltarinas de impaciencia y ojos brillantes escuchan
junto a la puerta cerrada detrás de la que se preparan maravillas relucientes y
perfumadas, en que con gesto importante observan a la madre que asa el pescado
de fiesta para la cena y, con viejas canciones en los frescos labios, corren
brincando a donde está la abuelita que sueña sentada en el alto sillón de
orejas junto al fuego parlanchín, y le besan las manos dulces y arrugadas.
19 dic 2013
14 dic 2013
Exilio de una soledad anhelada
«Estaba harto de esta vigilancia ininterrumpida de los vecinos, de los
compañeros, de sus niños, de su amante, de su esposa. “¿Dónde estabas? ¿Dónde
vas? ¿Por qué haces esto y no lo otro? Venga, ¡respóndeme! ¿Por qué no dices
nada? ¿En qué piensas? ¿En qué piensas ahora mismo? Dímelo, ¡dímelo!”
Un día se encerró a cal y canto. Aporrearon
su puerta. Calló. Le miraron por la ventana. Le miraron por la ventana. Corrió
las cortinas. Taladraron un agujero en la puerta, y vio un ojo que lo
observaba.
Al día siguiente, a las cinco de la mañana,
se puso un sombrero, cogió algunos libros y un paraguas. Después de caminar
treinta y tres horas, se instaló en un paisaje vacío y amplio, donde no había
nadie.
8 dic 2013
Bajo el dulce cielo de diciembre
«Rosa,
divina rosa que te balanceas al viento, aún salpicada de la menuda lluvia
nocturna. Eres feliz en tu placidez, sobre la frescura jugosa de tu tallo, bajo
el dulce cielo de diciembre. Pero no tanto como yo. Tú no puedes mirarlo y yo
sí. Si sus manos posaran en tu carnadura, no las reconocerías como yo, por su
simple tacto. Si oyeras cerca de ti el latido de su corazón, no sabrías que es
el suyo, como yo, por su solo golpe».
(STORNI, Alfonsina. Poemas de amor. 3ª ed. Madrid: Hiperión,
2003, p. 51).