El sueño del poeta (1859-60), de Paul Cézanne |
Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
30 oct 2012
Quehaceres
27 oct 2012
24 oct 2012
La Biblioteca Pública de Kansas City
Fachada
de la Biblioteca Pública de la ciudad de Kansas (Estados Unidos)
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En 2004, en la remodelación de esta biblioteca, sus diseñadores tuvieron la brillante idea de decorar la fachada del aparcamiento exterior con los lomos (gigantes, por supuesto) de 22 de las obras más representativas de la literatura universal, sugeridas primero por los lectores de la misma biblioteca de Kansas City, y luego seleccionadas por el equipo de dirección de la biblioteca.
21 oct 2012
Tercer y último pregón
«El tercer pregón era al anochecer, en
otoño. El farolero había pasado ya, con su largo garfio al hombro, en cuyo
extremo se agitaba como un alma la llamita azulada, encendiendo los faroles de
la calle. A la luz lívida del gas brillaban las piedras mojadas por las
primeras lluvias. Un balcón aquí, una puerta allá, comenzaban a iluminarse por
la acera de enfrente, tan próxima en la estrecha calle. Luego se oía correr las
persianas, cerrar los postigos. Tras el visillo del balcón, la frente apoyada
al frío del cristal, miraba el niño la calle un momento, esperando.
14 oct 2012
Antínoo
Antínoo como Dionisos.
Museo Pío-Clementino del Vaticano
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«Antínoo era griego; remonté en los recuerdos de
aquella familia antigua y oscura, hasta la época de los primeros colonos
arcadios a orillas de la Propóntida. Pero en aquella sangre algo acre el Asia
había producido el efecto de la gota de miel que altera y perfuma un vino puro.
Volvía a encontrar en él las supersticiones de un discípulo de Apolonio, el
culto monárquico de un súbdito oriental del Gran Rey. Su presencia era
extraordinariamente silenciosa; me siguió en la vida como un animal o como un
genio familiar. De un cachorro tenía la infinita capacidad para la alegría y la
indolencia, así como el salvajismo y la confianza. Aquel hermoso lebrel ávido
de caricias y de órdenes se tendió sobre mi vida. Yo admiraba esa indiferencia
casi altanera para todo lo que no fuese su delicia o su culto; en él
reemplazaba al desinterés, a la escrupulosidad, a todas las virtudes estudiadas
y austeras. Me maravillaba de su dura suavidad, de esa sombría abnegación que
comprometía su entero ser.
10 oct 2012
7 oct 2012
Luz de otoño
Otoño en Praga, Mirador de Letenské sady. |
«El otoño
tiene también su verano, ese minuto en que se incendia su oro y se convierte en
fuego; el aire se adensa y la luz se hace pastosa, corpórea, más visible que en
el verano, y sólo permite, y hasta invita, a que se le mire y, antes de caer,
se vuelve pálido como un fantasma de sí mismo, imagen pura de la luz solar;
astro que sin decadencia alguna ha cedido ante el requerimiento de la mirada
humana.
2 oct 2012
La paciencia del papel
«Para alguien como yo es una sensación muy
extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da
la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán
las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual,
tengo ganas de escribir y mucho más aún de desahogarme y sacarme de una vez
unas cuantas espinas. “El papel es más paciente que los hombres.”
29 sept 2012
Un sueño
Sala principal de la Biblioteca del Klementinum de Praga. |
«Hacia el alba, soñó que se había ocultado
en una de las naves de la biblioteca del Clementinum. Un bibliotecario de gafas
negras le preguntó: ¿Qué busca? Hladík le replicó: Busco a Dios. El
bibliotecario le dijo: Dios está en una de las letras de una de las páginas
de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum. Mis padres y los padres
de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego buscándola. Se
quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que estaban muertos. Un lector entró a devolver
un atlas. Este atlas es inútil, dijo, y se lo dio a Hladík. Éste lo
abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. Bruscamente seguro tocó
una de las mínimas letras. Un voz ubicua le dijo: El tiempo de tu labor ha sido
otorgado. Aquí Hladík se despertó. Recordó que los sueños de los hombres
pertenecen a Dios y que Maimónides ha escrito que son divinas las palabras de
un sueño, cuando son distintas y claras y no se puede ver quién las dijo».
26 sept 2012
Mi última noche en Woroïno
La sonrisa de una lágrima (1973), de Joan Miró |