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El beso (1807-08), de Gustav Klimt |
«La poesía y el beso son parientes
íntimos. Desde Salomón a Machado no hay más que una larga sucesión de besos y
fonemas, revelaciones sonoras de la intimidad humana en la que la verdad y la
belleza se aúnan para comunicarnos, para hacer existente lo inefable, para dar
y solicitar vida y temblor. Escuchar un poema bellísimo es como recibir un beso
en el cuello, en el lóbulo de la oreja, y sentir ese temblor que te llega a lo
más íntimo. Los besos y los versos vienen de los labios».
(GÁNDARA MÁRTIN, Jesús de la. El planeta de los besos. 2ª ed. Barcelona: Euromedice, 2008, p. 7).
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