Otoño en Praga, Mirador de Letenské sady. |
«El otoño
tiene también su verano, ese minuto en que se incendia su oro y se convierte en
fuego; el aire se adensa y la luz se hace pastosa, corpórea, más visible que en
el verano, y sólo permite, y hasta invita, a que se le mire y, antes de caer,
se vuelve pálido como un fantasma de sí mismo, imagen pura de la luz solar;
astro que sin decadencia alguna ha cedido ante el requerimiento de la mirada
humana.